La mayoría conoce a el Grinch, este duende creado por Theodor Seuss Geisel (Dr. Seuss) en los años 50 del siglo pasado, como una critica profunda al mercantilismo en el que se había convertido la navidad y que tanto le molestaba a Theodor.
Este personaje verde, peludo, malhumorado y sin amigos es un fiel ejemplo, salvo por el pelo verde, de lo que vemos en muchos jefes de nuestras organizaciones y no solo de vieja guardia, también vemos Grinchs jóvenes y recién desempacados en estas lides del liderazgo.
Se me viene a la mente, mientras escribo estas líneas, un jefe que tuve en mis primeros años de trabajo, era todo un personaje temido y odiado por la mayoría, no solo por quienes teníamos la desgracia de recibir sus ordenes, sino por sus mismos colegas y clientes, quienes evitaban al máximo tener contacto con él.
Su estilo de liderazgo era definitivamente coercitivo y autocratico, su sola presencia ya generaba miedo y cuando hablaba su tono fuerte y contundente confirmaba lo mismo, era un ser duro, indolente y enfocado solo en sus objetivos personales, costara lo que costara.
Su imagen de persona inaccesible, prepotente y ruda le sirvió para que todos le pusieran como apodo "Toro Sentado", pero creo que Grinch habría sido más adecuado.
Nada que no fuera su idea o que pretendiera variar, aunque fuera levemente su forma de hacer las cosas, era rechazada de inmediato y en casos excepcionales que aceptaba a regañadientes por venir de una orden superior, buscaba la forma de boicotear el proceso y mover sus influencias hasta que todo volvía a ser como él quería.
Recuerdo que durante unas vacaciones de él y estando yo apenas empezando mi carrera profesional, su reemplazo, alguien totalmente opuesto a su carácter, me autorizo tomar algunas clases en la universidad, pudiendo entrar una hora más tarde, la cual compensaba de sobra al final de la jornada, sin que ello afectara para nada mi trabajo y mucho menos el de los demás miembros del equipo.
Al regresar el "Grinch" de vacaciones y percatarse de aquel acuerdo, manifestó a través de su segundo abordo, jamás hablaba de frente con algún empleado, pues seguro eso le quitaba poder, que no estaba de acuerdo con ese arreglo, pero que lo respetaba, cosa que no hizo, ni pensaba hacer, pues al día siguiente recibí una citación de la oficina central donde me pedían retirarme de la universidad porque eso generaba un precedente incomodo para la organización, nada más absurdo e ilógico pues era una práctica más que habitual en otras sedes de la compañía, ya imaginaran mi tristeza, impotencia y rabia ante semejante capricho y arbitrariedad.
Es común ver a este tipo de personajes en las compañías, seres huraños, amargados, envidiosos y con la absurda creencia de ser el centro del universo, creen que nadie es mejor que ellos, pues carecen de la humildad necesaria para ver en los demás su potencial y sus capacidades, lo que les hace imposible poder ayudarlos a descubrir y liberar su talento, pues el miedo a perder el poder les nubla la mente y hace que siempre quieran pisotear a los demás, nada les gusta, solo es bueno aquello que sale de su cabeza y se empecinan en conseguir sus metas cueste lo que cueste, sin medir los riesgos de su mala actitud y obstinación.
Son personajes nefastos para un buen desarrollo de la cultura organizacional, enrarecen el ambiente laboral pues lo cargan de tensión y miedo, además de que las personas que se ven obligadas a trabajar con ellos viven desmotivadas y temerosas, pues saben que nada de lo que hagan o propongan será escuchado y mucho menos tenido en cuenta, generando alta rotación y baja productividad.
La buena noticia es que la solución está a una decisión de distancia y esa decisión no siempre es prescindir del personaje, la decisión está en el mismo "Grinch", cuando como en la historia del Dr. Seuss aparece una Cindy-Lou, que es aquella niña, desprovista de maldad que le muestra al duende la bondad de la navidad y el sentido real de lo que busca, en nuestro caso es un jefe o un compañero que le hace ver que su actitud y forma de hacer las cosas no es la adecuada y que con decisión y acompañamiento puede cambiar y ser una persona afable, humilde y menos rigurosa y que además, aquello, le traerá muchos beneficios, no solo a él, sino a todo el equipo y a quienes lo rodean.
Así que si conoces a alguien así, estás padeciendo un jefe de estas características o probablemente el Grinch seas tú, no todo está perdido, puedes cambiar o cambiarlo, ayudarlo y ayudarte a entender que esa actitud no es la adecuada y dar inicio a un proceso de transformación que debe partir del auto conocimiento y la aceptación y que necesita, si o si, del acompañamiento de alguien, un mentor, alguien cercano que lo escuche, aconseje y oriente para hacer ese cambio de actitud en su vida.
Desafortunadamente mi Grinch de hace tantos años ya estaba próximo a jubilarse y se fue con su amargura y pocos amigos sin pena ni gloria de aquella compañía y nadie en los años siguientes lo extrañó o lo recordó con cariño, no dejó ningún legado, por el contrario la mayoría celebró su retiro por el descanso que significaba librarse del poder y la influencia de semejante personaje.
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